martes, 19 de noviembre de 2024

PARA MI NADA

Dentro del sentir normal del incrédulo promedio, se maneja la idea del sacrificio que implica ser cristiano, y si somos realistas podemos decir que no es fácil. No lo es porque implique un sacrificio como tal, sólo se trata de la lucha permanente entre la carne y el espíritu.

Hay un dicho popular que queremos utilizar con todo respeto y dice: “al que le gusta le sabe” y en el mundo vemos a personas hacer cosas que implican desprendimiento, madrugadas, trasnochadas, ausencia y una cantidad de sacrificio real, pero que es subsanado en teoría con el fin propuesto.

En mi caso tuve la experiencia casi total, de sustraerme de algo que era antes de conocer al Señor lo más importante: volar. Sigo en el tema y paralelamente vinculado a proyectos que tienen que ver con esto, pero ya no representa la pasión y prioridad de un tiempo.

Tuve que decidir entre esto y mi familia, y por supuesto primó algo que es muy importante para Dios mismo. La conformación de una familia, la ministración de una esposa y la formación de un  hijo a la luz de las Escrituras.

Esto implicó un sacrificio que hoy agradezco, pero si voy a sopesar lo que fue dejar mi mundo de antes por el privilegio de conocer y seguir a Cristo, debo decir que nada ha sido más placentero que abandonar la vieja vida.

Se lucha por la integridad con los que nos rodean y con la santidad delante de Dios, pero cada victoria de la mano de Él es más valiosa, y supera con creces todos los placeres experimentados del aire.

A veces y en mi trabajo ministerial, veo al que pareciera o efectivamente se queja por los cambios, que sigue sufriéndole a ese compararse con sus amigos o familia del mundo que vive del  placer mundanal.

Los viajes, las cosas, los lujos y hasta los excesos no son nada más que eso, nada. Como dijo alguien, son vanaditas que para nada enriquecen. Algo tan efímero y pasajero que no alcanza ni al subsuelo, por así decirlo, de lo más sencillo que podamos recibir de Dios.

Entonces y con cariño apreciado lector, y si usted me va a preguntar si tuve que sacrificar algo o todo cuando llegué a Cristo, con todo el gozo del mundo le tengo decir que “nada”. Obviamente y sin querer espiritualizar, se tienen las luchas propias de las que hablamos antes.

Tenemos al mejor Señor, al mejor Padre, al mejor Dios, al mejor Salvador y al mejor Consolador; qué más podemos pedir?. Me uno humildemente a las sabias palabras de Pablo Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8)

REFLEXIÓN: Cuando un cambio se siente en la vida, es porque no se conoce a su Gestor!

REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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