jueves, 21 de noviembre de 2024

EL PRIMER MISIONERO

Bien conocida de todos los creyentes es La Gran Comisión, dejada por el Señor Jesucristo y para la que a propósito tenemos un relato Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos” (Mateo 25:14,15).

De hecho, el día de ayer un buen amigo incrédulo aún me preguntaba sobre su significado y que por supuesto no lo entendía, porque este va dirigida específicamente al hijo de Dios. A ese misionero que debe haber en cada uno de los que hemos creído.

Es una responsabilidad ineludible y sobre la que Cristo mismo dio ejemplo en cada uno de los días de Su ministerio terrenal. Para esto estuvo trabajando en sus discípulos durante tres años con un entrenamiento teórico-práctico.

Pero si yo le pregunto a usted o a cualquiera, creyente o incrédulo, sobre quién fue el primer misionero al mundo, con seguridad responderán que fue un Pedro, un Juan o un Pablo. Por supuesto que ellos lo fueron en su momento, pero el primer hombre al que se le dio ese ministerio fue uno bien distinto.

Tal vez no se lo imagina, pero se trata de un loco, un hombre poseído no por un demonio, por miles de estos. La Biblia lo llama en el relato de Lucas como “el endemoniado gadareno”.  

Sí, estamos hablando de uno del que el mismo Jesús saco toda una legión de demonios y es bueno recordar que una legión de soldaos en el entonces imperio romano hablaba de cinco mil hombres.

Este hombre no vivía como usted o yo, en una casa, con un trabajo y una familia. Lo había perdido todo y vivía desnudo y en una tumba del cementerio. El relato de Marcos dice que eran dos, pero Lucas se centra en este al que los mismos demonios le llamaban Legión.

Lo cierto es que estos demonios reconocen al Salvador Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?” (Lucas 8:28), y se desarrolla una escena que termina en la maravillosa restauración de este varón.

Por supuesto que este no se quedó allí, este llega a ser seguidor de Jesús, y con su testimonio se convierte en el “primer embajador” de Jesús para compartir el Evangelio del Reino en la región de Decápolis “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.” (Lucas 8:39).

No digo que su caso era el mismo, pero sí estaba cerca como para que su testimonio sea una herramienta válida para que los que le rodean conozcan a Cristo y usted cumpla con la Gran Comisión.

REFLEXIÓN: Todos tenemos un testimonio que compartir como el loco de Gadara!

REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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