martes, 27 de marzo de 2018

LUCRO


Revisando la vida de Pablo, nos encontramos con un hombre que antes de llegar a Cristo se desempeño como un auténtico religioso. Hombre calificado por los estudios y pergaminos que lo habilitaban para ejercer su profesión.

Persiguió a los seguidores de Cristo y nunca se imaginó, que en esa triste tarea se iba a encontrar de frente y de manera personal con el Hijo de Dios. Leemos un relato bíblico cargado de dramatismo, en el que él sólo vio y escucho al Señor.

Todo esto respaldado con la intervención y testimonio de Ananías, que lo esperaba para de devolverle la vista por instrucción de Jesús. Llamado directo y genuino a un apostolado que le daba la autoridad suficiente para reconvenir a un Pedro y pedirle coherencia en lo que hacía.

Ya no era ese religioso, sino un verdadero apóstol de Jesucristo y por quien estuvo dispuesto como ocurrió a dar su vida. Nada de salario, pues aunque recibió ayuda de grupos de convertidos al Evangelio, él mismo se sostenía fabricando carpas.

Cuando la iglesia tiene “asalariados", no puede disfrutar la bendición de Dios. No estamos en contra de una justa retribución por su trabajo, pero esto representa un gran peligro y es el de convertirse en religioso como lo era Pablo.

La iglesia necesita hombres genuinos y fieles que trabajen para el Señor, no motivados por el lucro personal o de una organización, que estén dispuestos a permanecer de ser necesario y fuera de horario con el rebaño.

Un asalariado suelta el lápiz al término de su día laborar como cualquier empleado del mundo. Los servidores genuinos no ven su trabajo como una carga, un oficio que cumplir, ni se van corriendo detrás de una “oportunidad”.

Asunto bastante normal no sólo por una oferta laboral, sino detrás de una maestría, postgrado, diplomado y otros estudios, que terminan por engrosar sus corazones en vez de hacerlos sensibles a la necesidad de los muchos que no conocen a Jesús.

Estudio que los compromete a regresar a su organización patrocinadora y cumplir con un simple oficio. Los pastores genuinos no reciben su llamamiento de hombres u títulos, sino de Dios  mismo. No procuran los favores de los hermanos pudientes o perpetuarse en el púlpito que les brinda estabilidad.


No hay muchos como Pablo, no por que hayan perseguido a la iglesia por que de esos hay muchos; sino de los genuinos que sufren prisiones, hambre, persecución o muerte por el nombre de Cristo A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo(Filipenses 3:1-9), dónde está usted?

REFLEXIÓN: Un siervo genuino no pasa una hoja de vida, sólo recibe el llamado!

REFLEXIÓN QUE  CAMBIA!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

¡COMPARTA DE GRACIA, LO QUE DE GRACIA RECIBE!

Síganos en Twitter:  @ReflexionBi