Reflexionando sobre Noé, sus hechos y las
implicaciones que tuvo para la humanidad; no tenemos que pensar mucho para ver el nuevo comienzo
que hizo el Señor a través de él y su familia; podríamos decir que ya no somos
hijos de Adán, sino hijos de Noé.
El alejamiento de Dios de los hombres
de su tiempo, lo llevó a considerar y ejecutar la destrucción de todo lo
creado. Sólo Noé con su familia, acompañado de pares de toda especie animal,
tanto para el sacrificio como para repoblar fueron los sobrevivientes al
diluvio.
El tema tiene tanto de largo como de ancho
y es importante notar que el mal no fue arrancado de raíz a pesar de la
destrucción. Si este hubiera sido el propósito, Dios no hubiera tenido problema
en poner una nueva pareja en la tierra; pero encontró un hombre de corazón
recto para dar una oportunidad y hacerle reingeniería a su proyecto.
En tiempos de Noé la humanidad estaba pervertida
y alejada de Dios; no obstante esta sociedad no tenía ni el 5% de la historia y
bagaje perverso de la sociedad de hoy. Había corrupción, pero no al punto en el
que la encontramos hoy; el hombre lo está, la tierra, el mismo universo promete
unos cambios catastróficos que estaban muy lejos de suceder en ese entonces.
A nivel de personas la corrupción y
como lo describe la Biblia proféticamente, ha permeado absolutamente todo; desde
el niño hasta el anciano, desde el pobre hasta el rico, desde la religión hasta
la misma “iglesia” y el asunto es de carácter irreversible, salvo para los que
creen genuinamente en Cristo.
Así y las cosas pretendemos
ignorar lo que se viene; no se vivía en el caos actual y algo importantísimo, no
se tenía toda esta referencia Bíblica, que debería servirnos para que “soldado
advertido no muera en guerra”.
Luego del diluvio, Dios dejó el arco
iris como señal de que no destruiría la tierra con agua nuevamente, pero dice que
lo va a hacer por fuego; es absurdo ignorar el calentamiento global, las
sequías, los incendios, los ríos y lagos que han desaparecido, los terremotos,
las erupciones y tantas otras cosas.
La verdad es que nos estamos
comportando como necios y no hay excusa; hemos sido advertidos con siglos de
antelación y no queremos volver la mirada a Dios. Contrario al apenas
natural buscar de un Padre, nos hemos alejado; el hombre común dice que no hay
Dios y en el mejor de los casos practica unas religiones que mitigan
conciencias, pero no salvan “La iniquidad del impío
me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Salmos 36:1).
REFLEXIÓN: Sin señales hubo
destrucción, con señales será peor!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN
REINA-VALERA 1.960 –
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