Esto
es algo que no hay entre los Cristianos y si alguien nos pregunta hacia donde
vamos, lo más probable es que en lo único que coincidimos es en tener al Señor
Jesucristo como nuestro Salvador.
Ya
desde tiempos de los apóstoles vemos las divisiones “…cada
uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.” (1 Corintios 1:12),
y es lo mismo que encontramos hoy; pero lo más grave de todo esto es que nos
atrevemos a emitir juicios y hasta maldición sobre comunidades que debemos
considerar hermanas. Nos atribuimos derechos que Dios no ha dado y hablamos
peyorativamente de pentecostales, calvinistas, adventistas, bautistas, unitarios y otros.
Si
Dios no lo hace, quiénes somos nosotros para atrevernos a esto?. Cómo poner en
duda que cada uno de estos hermanos, hace las cosas de corazón para el Señor?. Muy
pronto hemos olvidado lo que éramos: “Si bien todos
nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6). Que rápidos para
olvidar y que tardos para practicar el ministerio de la misericordia mostrado
por el señor Jesucristo.
El
Señor no vino por los buenos precisamente sino por los malos; por nosotros, y aunque
la Biblia nos manda a sustraernos de aquellas doctrinas en las que no se obra de
acuerdo a sus principios; nuestro deber es orar por ellos y no juzgarlos.
Si
así vemos a los Cristianos, cómo veremos a los incrédulos y sería bueno
preguntarnos, si el Señor puso la evangelización del mundo en las manos indicadas:
“Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es
dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones,…….enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado” (Mateo 28:18-20). La Palabra fue puesta por Dios
para vivirla y dar vida, no para destruir al prójimo!.
PREGUNTA:
Se ha mirado usted a la luz de la Biblia?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –