martes, 1 de mayo de 2012

EL PERFIL


Cuando aspiramos a un trabajo secular, normalmente entregamos una aplicación u hoja de vida para exponer nuestra formación, estudios y experiencia. Las empresas tienen unos perfiles predeterminados en el área encargada, para llenar las vacantes  y ahora existen los llamados (head hunters), que se encargan de todo este proceso con el fin de encontrar a la persona idónea.
Estos perfiles están basados en la apariencia, los títulos, la cultura, las aspiraciones salariales y en parámetros puramente humanos, incluyendo la entrevista con el psicólogo si es el caso; pero no tienen en cuenta las calidades humanas, morales o los principios del candidato  “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1Samuel 16:7)  Se puede ser alcohólico, drogadicto, mujeriego, fornicario, mentiroso, homosexual o cualquiera de estas conductas condenadas por Dios en Su palabra; pero lo importante reside en que sea brillante, que tenga buenos títulos y que pueda producirle a la empresa.
En lo que tiene que ver con los cargos a ocupar en la obra de Dios todo es diametralmente opuesto. Él espera personas íntegras, transparentes, en lo posible imitadoras de Cristo, con un corazón dispuesto para Él, y con una voluntad de servicio a los demás  antes que esperar ser servidos “el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos” (Marcos 10:44)
Hasta para los oficios más simples y de poca estima para el mundo como barrer, abrir la puerta o servir la mesa, Él hace énfasis en estos requisitos para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo” (Hechos 6:2,3)
El Señor conoce lo que hay en cada corazón y aunque haya muchos “lobos disfrazados de ovejas” en la obra, Él siempre tiene el control y toma cartas en el asunto. Como lo hemos afirmado en varias ocasiones aquí, al hombre se le pueden pasar muchas cosas ocultas; pero a Dios no se le pasa nada. Es por eso que Él, quita personas de los ministerios, que a pesar de la apariencia piadosa de la cual habla 1 de Samuel “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, tarde o temprano  salen a la luz sus malas acciones, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:9,10).
De ahí que Él hace este tipo de precisiones “Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;  no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad  (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1Timoteo 3:1-7) Otra cosa es que los hombres hagámos caso omiso de estas.

Por ninguna parte hace énfasis en los títulos, aunque también pide obreros capacitados y no a cualquiera. La responsabilidad es muy grande y ay de aquellos que lo hacen deshonestamente “no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1)

PREGUNTA: Cuál es su perfil para mostrar, el del mundo o el de Dios?

MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –