Por supuesto que el pecado existe y no es bueno subestimar
su poder sobre el hombre como suele hacerse. Todas las atrocidades que vemos en
el mundo de hoy son producto del mismo y debemos verlo como lo afirma la Biblia
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la
ley; pues el pecado es infracción de la
ley” (1 Juan 3:4), como una transgresión.
El
pecado entró en la humanidad por Adán; pero este tuvo su origen en un ángel
creado por Dios llamado Lucifer. Era el más hermoso y esto le enorgulleció,
hasta el punto de querer ser como su creador. Osadía que le valió caer, ser
expulsado de la presencia de Dios y cambiado su nombre a Satanás “sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante
al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”
(Isaías 14:14,15)
En consecuencia, toda la raza humana nace en esta condición “en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5) como
parte de una naturaleza caída en la herencia de Adán “como
el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos
5:12) y naturalmente, la respuesta que nos espera es “….la
paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23ª).
El
pecado está tan presente en nuestra vida y es tan normal como comer “según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y
que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”
(Romanos 7:22,23)
Es importante entender las implicaciones del pecado en
nuestra vida presente y eterna; pero más lo es conocer y aceptar la solución
provista por Dios “Porque la paga del pecado es
muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”
(Romanos 6:23).
Cuando Dios entregó la ley al pueblo judío por medio de
Moisés, se confirmo esta condición; pero ya en una calidad de “imputación”. A
estas alturas el hombre estaba conciente de las consecuencias de transgredir la
ley y existía un marco legal para hacer una formulación de cargos en su contra “yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el
mandamiento, el pecado revivió y yo morí.” (Romanos 7:9)
Es aquí cuando Dios entra con su perfecto plan de salvación en
Su hijo Jesús “Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él” (2 Corintios 5:21), imputando sobre Él todas nuestras faltas y
haciendo libres a aquellos que aceptan su condición de pecadores “Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de
muerte?” (Romanos 7:24). A aquellos que creen y lo aceptan “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así
que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley
del pecado” (Romanos 7:25)
Algo injusto a primera vista, “Cristo
padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos” (1
Pedro 3:18) de ahí el gran valor de su sacrificio; pero era la única forma de
reconciliarnos con Dios, ante nuestra incapacidad de cumplir con la ley. Sinembargo,
Jesucristo no vino a ignorar la ley, vino a confirmarla “No penséis que he venido para abrogar
la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17)
Así y las cosas, todo está dado de parte de Dios y la
decisión está en nuestra manos.
PREGUNTA: Que gran deuda la que tenemos con el señor
Jesucristo verdad?
MEDITELO Y
DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960
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