martes, 20 de marzo de 2018

DEBILIDAD O FUERZA


En una reflexión anterior comparábamos la vida de un creyente con la de un soldado en formación. Hoy queremos mostrar que la vida cómoda de una persona produce un carácter débil.
Cuando una familia tiene varios hijos, estos suelen presentar resistencia entre ellos en las cosas que les ofrecen sus padres. Tienen que compartir la bici, el balón, la ducha o la tele y esto los entrena para lo que va a ser la vida futura en el mundo.
Esto es más animado entre más hermanitos son; pero tiene un resultado adverso cuando surgen las normales preferencias de los padres  Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.” (Génesis 37:4). En lugar de formarlos, los traumatiza y genera entre ellos rencores que a veces llegan muy lejos.
En el caso de José, fue Dios mismo quien utilizó estas diferencias para sus propósitos, pero en una familia promedio y sin conocimiento de Dios, el asunto puede tornarse diferente.
El carácter se forma a base de la experiencia y en esa medida aprendemos a tomar las decisiones correctas de la vida. Esas decisiones se hacen normalmente con base en las cosas que más valoramos y por experiencia lo digo.
Perder de un día para otro todo lo que consideraba más valioso en mi vida, me habilitó para entender y recibir lo más importante en la vida de un ser humano en la tierra: La salvación en Cristo!.
Con mucha rapidez pedimos ayuda para suplir las necesidades visibles del cuerpo, cuando las necesidades más grandes y definitivas están en nuestro ser interior. Es por eso que Dios se glorifica en nuestra debilidad “…por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10).

Cuando somos débiles es que realmente somos fuertes, por que dependemos totalmente del Señor y quien más poderoso que el Todopoderoso para darnos seguridad. Cuando éramos victimas de alguna persecución en el colegio, nuestra fragilidad se veía compensada en su totalidad cuando nuestros padres acudían en nuestra ayuda.
El asunto radica en qué tanto queremos depender de Dios y si contamos con Él para cada circunstancia de la vida. No podemos esperar que Papá nos ayude cuando nos empeñamos en hacerlo todo por nuestros medios.
REFLEXIÓN: Esperar y en Dios, siempre será signo de sabiduría!
REFLEXIÓN QUE  CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡COMPARTA DE GRACIA, LO QUE DE GRACIA RECIBE!
Síganos en Twitter:  @ReflexionBi