Gedeón es uno de los hombres del libro
de jueces, de quien se registran de manera clara sus luchas personales con la fe.
No importando esto, es un gran aliciente para las personas que tienen
dificultad con aceptarse a sí mismas y creer que Dios puede hacer algo de ellas
y por medio de ellas.
Es de destacar, la infinita paciencia
que Dios muestra hacia sus escogidos. Si tenemos en cuenta que hablamos del
Señor Todo Poderoso y de un simple mortal; qué necesidad tenía Dios de darle
todas esas pruebas a alguien que parecía mostrar incredulidad?
Indudablemente Dios está enseñándonos,
por una parte que Él sí es paciente con aquellos a quien toma en formación, y
por otra que no importa las condiciones puestas por el hombre, Él está en la
capacidad sobrenatural de cumplirlas.
Privilegiado hombre este Gedeón, que
una vez cumplidos sus requerimientos de fe, fue usado por Dios y no destruido
ante su incredulidad; bien hubiera podido usar a otro de muchos y no
complicarse la vida con él.
Este
fue un proceso más orientado a generar confianza a Gedeón en las manos de Dios,
que a probar Su poder “Entonces le
respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia
es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Jehová le dijo:
Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo
hombre“(Jueces 6:15,16).
Es de resaltar la distancia adoptada por
Dios ante la infidelidad de su pueblo y luego de haberles dado líderes cercanos
con muchas muestras de Su poder como Moisés, Aarón, Josué y otros. En esta
oportunidad los entregó en manos de los madianitas que destruían sus cosechas y
robaban sus ganados hasta que clamaron su ayuda.
Increíble como el Señor sigue tratando
de usar hombres para sus propósitos a pesar de su incapacidad y falta de fe.
Hoy sigue tiempo de este tipo de tratamiento en algunos que conformamos la
iglesia de Cristo.
No creo tener la osades de Gedeón como
para pedir ese tipo de pruebas y por el contrario ruego todo el tiempo que mi
fe sea fortalecida. Una fe que ni siquiera es mía, sino que es don de Dios; con
la que me ha dado primero la salvación en Cristo y me lleva en el día a día.
REFLEXIÓN: Una fe genuina no requiere
de pruebas!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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