Cuando pensamos en lo que ha sido, es
y será nuestra vida, tenemos que detenernos y sopesar el propósito de la misma.
Podemos hablar de que la vida suya o mía, se divide en etapas que la definen
como productiva o no.
Hoy reflexionaremos sobre la vida de un personaje bíblico, que marcó el
destino del pueblo hebreo de la mano de Dios. Estamos hablando de Moisés y si estudiamos
el texto sagrado, podemos dividirla en tres.
Puede que basados en otros criterios
se divida de otra forma, pero por lo que dice la historia podríamos dividirla
en: una desde su nacimiento hasta su salida de Egipto, otra su llegada y
estadía en la tierra de Madian y por último el regreso a Egipto y a su pueblo
hasta la muerte.
Sabemos de su difícil entorno para
nacer cuando faraón decretó un genocidio entre los niños hebreos, cómo fue
escondido por sus padres, cómo fue rescatado por la hija del mismo faraón y
criado en su palacio.
Cuarenta años que describe la Biblia de
niño a hombre, educado conforme a la cultura egipcia con todos los privilegios
de un príncipe; otros cuarenta haciendo una nueva vida en Madian como un hombre
normal, pero sin un propósito específico hasta el llamado de Dios.
Por último otros cuarenta que
comienzan con una instrucción precisa de parte de Dios para regresar y comenzar
su ministerio que lo llevaría a la liberación del pueblo judío. Es muy
importante notar que sólo esta última etapa lo hace un instrumento en las manos
del Señor y productivo.
La primera de lujos, la segunda de
trabajos y la tercera de grandes proezas en las manos del Dios Viviente. En cuál
etapa de su vida está usted?. Piensa usted que lo que hace hoy es de utilidad en
la causa de Cristo para salvación, o simplemente está viviendo su Egipto de
luchas o lujos que luego dejará.
La vida de algunos hombres de hoy se
parece a la de Moisés, una de crecimiento sin Cristo, otra de conocimiento o
rechazo de Su voluntad y por último, una en la que eventualmente se llenarán esas
expectativas de servicio con la mirada puesta
en la eternidad como lo decía Pablo: “Porque para
mí el vivir es Cristo, y el morir es
ganancia” (Filipenses 1:21).
En cuál se encuentra usted?
REFLEXIÓN: La vida cobra sentido
cuando servimos a Dios!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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