jueves, 8 de febrero de 2018

EL BREVO



Cuando era niño en el patio de mi casa paterna había una huerta que incluía entre otros, pequeños arboles de papayuelas o chilacuanes, cidrón o cedrón y un árbol de brevas o higos como les llaman en otros países.

Era una delicia caminar unos pocos metros, coger esos frutos frescos y emplearlos en los ricos dulces de mamá, o simplemente comerlos en su estado natural. Práctica ya no factible, por que las ciudades se han convertido en centros urbanos llenos de edificios en los que escasamente se puede vivir.

Era un tiempo no sólo para comer o cosechar, sino de familia y especialmente con mamá; las yerbas para las aguas aromáticas o medicinales de papá y tomar el aire fresco que producen las huertas caseras.

Un dato curioso es que estos árboles y especialmente los que sobrepasaban los muros de las casas, normalmente cargan más al otro que en el jardín donde están plantados. Es muy común encontrar que el durazno del vecino, nos provee de jugosos frutos durante la cosecha.

Este es el caso de muchos creyentes que reciben a Cristo, eventualmente se capacitan en la Palabra y llevan el mensaje a otras personas; que bueno que lo hagan y en esto consiste la gran comisión.

No obstante, como hijos de Dios estamos llamados a dar los frutos espirituales que son:  Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,  mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Gálatas 5:22,23) .

El verso dice algo muy importante y es que contra estos frutos nos hay ley; pero ahora veamos los frutos de la carne y qué dice sobre estos: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,…..borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:19-21).


No heredaran en reino dice claramente y parece que muchos no han visto esta parte de la Biblia. Lo cierto es que una vez más Dios, nos deja ver la necesidad de la transformación, la santidad y el testimonio que en muy pocos se ve. Parece que como en el ejemplo de los árboles, el fruto del creyente se da al otro lado del muro y no en su propia vida.

REFLEXIÓN: La salvación se recibe, pero la santidad se busca y se vive!

REFLEXIÓN QUE  CAMBIA!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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