“He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió
mi madre” (Salmos 51:5)
En todos los países y frente a
diferentes circunstancias con algún grado de ilegalidad o descuido por parte de
la comunidad, se llega a un tiempo llamado de amnistía. En el año 88, el
gobierno de los Estados Unidos ofreció una de estas para que residentes
ilegales, que llenaran ciertos requisitos de regularidad en el país y vida
productiva regularizaran su permanencia y cambiaran su estatus a legales.
De igual forma esta figura se utiliza
para permitir la puesta al día con los impuestos y otras irregularidades. Estos
ciudadanos en su mayoría se acogen para evitar una serie de medidas de carácter
punitivo en dinero y hasta cárcel, logrando así un borrón y cuenta nueva.
De la misma y elemental forma Dios
ofrece una anmistía para los aceptan a Cristo como salvador, sólo que ésta es de mucho más valor que cualquiera ofrecida en la tierra.
Es
sólo que la gente la ignora o está tan ocupada en su vida cotidiana que no
tienen tiempo de verla o simplemente la rechazan. Hay de todo y lo que no se
entiende es cómo si se acogen a eventos que solucionan problemas temporales, no
lo hacen con el que soluciona la eternidad.
Es tan amplia la gama de pecado del
mundo de hoy y se está tan lejos de la Biblia, que una amnistía no le cae nada
mal al hombre. La Biblia dice que nosotros hemos sido concebidos en pecado y lo
vemos en nuestro diario vivir. Robo, corrupción, muerte, violación y todas las
formas de violencia en su peor estado de aberración.
El no aceptar esta amnistía supone una
separación eterna de Dios con unas consecuencias irreversibles de muerte
espiritual (Romanos 6:23). Cualquier asunto
en la tierra tiene solución, se puede iniciar una vida nueva y libre de
cualquier castigo; pero el infierno será una condición que no se puede echar
atrás.
PREGUNTA: Qué le impide a usted
aceptar esta amnistía?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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