“Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, O el hijo de hombre, para que lo estimes?”
(Salmos 144:3). “Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios
viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva?” (Deuteronomio
5:26)
El ser humano es un conjunto de
emociones, deseos y caprichos egoístas permanentes y siempre nuevos. Inducidos
o inherentes a su naturaleza; pero en constante proceso. Si miramos el ejemplo
de un niño en la sociedad occidental, nos encontramos que por determinadas fechas
se le condiciona para uno o varios regalos.
A lo largo del año son bombardeados
por publicidad que aunque orientada a los adultos, termina siempre por afectarlos
a ellos. Quiénes son si no los padres,
los compradores de estas mercancías de las multinacionales, que trabajan todo
el año diseñando cosas diferentes con las cuales captar el mercado.
Recuerdo que en mis tiempos y como uno
de estos apetecidos regalos estaba el triciclo. Se le esperaba con ansiedad y
hasta quitaba el sueño especialmente cuando se acercaba la fecha de entrega.
Llegaba el anhelado regalo, se le
contemplaba, se montaba, se limpiaba, la foto reglamentaria y se le volvía a
contemplar. Era objeto de cuidados especiales que iban disminuyendo a medida
que pasaba el tiempo hasta que terminaba en el patio al sol y al agua.
En este orden de ideas, todos los años
se desechan miles de toneladas de triciclos y otros objetos que contaminan, por
que han sido reemplazados por otros nuevos deseos. Triste pero así es!
Lo interesante de todo esto es que el
adulto no se sustrae de este comportamiento y siempre hay algo que desea y “se quiere
regalar”. El computador, el viaje, el celular, la tableta, el carro, la casa y
otras tantas opciones. Deseos que una vez que se logran, siempre son reemplazados
por algo mejor o más costoso y de hecho esta cultura es el soporte de la
estructura económica capitalista: “El consumismo”, hay que consumir para
progresar.
Qué pasaría si Dios hiciera lo mismo
con nosotros y luego de un tiempo de mimos termináramos en el patio al sol y al
agua?. No somos los más leales como para que Él se ocupe de nosotros y menos calificamos
como para su salvación en Cristo.
Entonces como dicen los versos citados,
qué hace que el Creador considere de esta manera a Su creación?. Sólo el amor
de Dios y Su propósito para la misma, que sobrepasa cualquier sentimiento puede
hacerlo (1 Juan 4:19). La
invitación apreciado lector, a ser gratos por tanto y desmedido amor; a
buscarlo a Él como lo más importante de nuestra existencia y no a las cosas del
mundo o como a las cosas del mundo; pues si no fuera por Él, no pasaríamos de
ser un triciclo más.
PREGUNTA: Ha notado usted su
importancia en el plan de Dios?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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