“Porque
sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”
(2
Corintios 5:1)
Para un viaje, la compra de una casa, el
traslado de ciudad y en todo lo que genera expectativa, parece que el tiempo no
fluye y uno ya no puede esperar más. Es exactamente lo opuesto a aquel que no la
tiene y así es la vida para el que sólo pasa.
Frente al día a día, hay una latente
impaciencia por lo que promete la Biblia al que ha creído. En el verso de hoy
vemos como las cosas que hay en la tierra se van desgastando y frente
a esto nos habla de algo por venir.
Dice la Palabra que nos espera una
morada no hecha por hombres, sino un edificio que no habrá de deteriorarse como
nosotros o las cosas del mundo. Existe una gran diferencia
entre esperar algo finito y algo eterno.
En muchas ocasiones el creyente
quisiera que esto se diera ya; más cuando ve el mundo pervertido que le rodea
o cuando su vida atraviesa por dificultades en diferentes áreas. Es de suma
importancia que éste creyente tenga siempre en mente, que lo que hoy ve mañana no estará y que todo lo que Dios
permite en su vida es para su edificación.
De esta manera la espera, será llevada con agrado
y la esperanza de una nueva vida en el cielo con Él, podrá
llegar sin desesperar, en el tiempo de Dios y no en el de los hombres.
Todo está fríamente calculado, sabemos
que si no cae un cabello de nuestra cabeza sin que Dios lo sepa, Él no se ha
olvidado de Su promesa (2 Pedro 3:9). El hombre quiere siempre apresurarlo
todo; pero el perfecto tiempo de Dios ha llegado para salvación a unos, condenación
a otros y lo seguirá haciendo.
PREGUNTA: Cree usted poder esperar el
tiempo de Dios?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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