“Mirad
cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por
esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” (1 Juan 3:1)
El tema de hoy tiene que ver con el
roll que desempeñan familia y amigos en la vida del cristiano. Cuando una
persona llega a los pies de Cristo, debe ser consiente del posible rechazo a
experimentar por muchos o todos ellos.
El título que nos inicia en esta reflexión es “Amigos en el mundo,
enemigos en Cristo” y está basado en la triste posición que adopta el incrédulo
cuando alguien cercano llega a los pies del Señor, pues se empieza un proceso
de alejamiento de los que un día fueron los del círculo cercano.
Es natural por que el Espíritu Santo
empieza un trabajo de limpieza en el que el nuevo hijo de Dios ya no goza del mundo
y sus costumbres. Este es un tiempo en el que como lo hemos dicho antes, el
pecado se ha convertido en una forma de vida.
El creyente empieza a ser marginado de
los círculos de amigos y familia; todos sufren al principio, pero luego
empiezan a entender que esto es lo más positivo que le puede pasar a un
creyente.
Es cierto que debemos darnos la oportunidad
para compartir nuestra nueva forma de vida y en el espacio adecuado; pero es
muy probable el rechazo y hay que estar preparados. Es posible que alguno pueda
ser tocado por esa diferencia y quiera saber más; pero esto será un trabajo
sólo de Dios en ellos y nosotros apenas un instrumento.
Otra cosa es con las personas nuevas
que Dios mismo pone en el camino. El incrédulo simplemente escogerá escuchar o
no de esa diferencia, y hay más probabilidades de éxito evangelístico. Lo
que tiene que ver con los del círculo íntimo de un día, la regla por lo general
será el rechazo pasando a ser apenas conocidos.
Como el verso dice, “el mundo no nos
conoce, por que no le conoció a Él”.
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!