jueves, 6 de febrero de 2014

REVELACIÓN



 “…Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él” (Efesios 1:17)


En el mundo secular se estudia desde los primeros años de vida y es así como una persona promedio está en un aula de clase por 20 años, sin tener en cuenta post grados, maestrías o doctorados. Este es un proceso orientado a formar a la persona en algún área específica, para lograr un ingreso que le permita vivir dignamente.

En lo que tiene que ver con Dios, el asunto es bien diferente. El señor Jesucristo no se logra o se conoce a través de algún curso, carrera o doctorado. Él mismo se da a conocer y se revela a los que quiere y le buscan.


Este no es un evento limitado en tiempo o espacio, pues Dios se puede dar a conocer desde la infancia de una persona o tomarse la vida entera para hacerlo; y este es un proceso individual, particular e intransferible.

Cabe resaltar que no es un conocimiento que se remite a hechos, pruebas o elementos palpables como se hace en el conocimiento humanista. Está basado de manera definitiva en un principio de fe como elemento básico, permanente y sin el cual no prospera esta revelación.


Es importante para el creyente común, como para el que ejerce liderazgo el estudio de la Palabra, a través de la cual Dios va a proporcionar conocimiento; pero este será un trabajo basado además de la fe, en una relación genuina con Él.

Dios es el único que conoce los corazones; nadie podrá burlar a este Maestro y menos hacerle trampa como sucede en el mundo “¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras” (Proverbios 24:12). La vida del creyente muestra el grado de revelación de Cristo, y es por esto que la Biblia dice que por sus frutos los conoceréis.


PREGUNTA: Cuál es el nivel de revelación dada por Dios en su vida?


MEDITELO Y DECIDA!

- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –


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martes, 4 de febrero de 2014

LAS CUMBRES



“La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12)


Alrededor del mundo encontramos a personas, empresas, confesiones y estados aglutinándose en grupos con algún propósito en común. Mucha reunión, mucha charla; pero poco de resultados. En cada punto a discutir siempre habrá diversas posiciones, y cómo no esperar esto si sobre artículos específicos de un código que dicta ley, se presentan variadas interpretaciones.

El asunto es de tal proporción, que hasta los absolutos de Dios establecidos muchos siglos atrás y soportados en hechos irrebatibles, hoy han sido convertidos en algo relativo. Así y las cosas, cómo esperar que cualquier grupo llegue a acuerdos duraderos y sustentables sobre algo?.

Siempre encontramos dentro de estos conglomerados, subgrupos conformados por personas o entes que asumen posiciones afines para ponerse frente a cualquiera que difiere; y por más que se busque un consenso, los insatisfechos no se hacen esperar.

Es por esto que estas reuniones o cumbres, se convierten en eventos estériles que no solucionan nada y menos transforman individuos o sociedad. El pueblo creyente no es ajeno a este tipo de situaciones; mucha reunión, mucha cumbre, mucho retiro; pero nada de transformación de vidas.
Conferencistas con mucho pergamino delante de los hombres; pero poco de Dios o Su palabra.La única cumbre que deja resultados concretos en una persona, es aquella que se tiene cada día a solas con Dios y meditando en Su Biblia.
Sólo Él es el dueño de aquellos absolutos relegados por la humanidad, que son inamovibles y que todavía tienen el poder de transformar vidas.


PREGUNTA: Cada cuánto tiene usted una cumbre con Dios?


MEDITELO Y DECIDA!

- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –



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