“David dijo a Gad: En grande angustia estoy;
caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no
caiga yo en manos de hombres” (2 Samuel 24:14)
Cómo
determinar si tenemos un corazón dispuesto a recibir, aprender y crecer
en, y para Dios?. La condición del hombre
natural es bien complicada, pues somos parte de una naturaleza caída. Hijos de
pecado y sólo si aceptamos a Cristo como el plan de salvación de Dios Padre,
pasaremos a otra condición.
Recibir
al Señor no nos habilita en perfección. Debemos sortear permanentemente una
lucha entre la carne y el espíritu bastante compleja; y sólo aquel que acepta
la ayuda del Espíritu Santo, se alimenta de Palabra y la vive es el que sale
adelante.
Pese
a la imperfección que nos acompaña hasta que dejemos este cuerpo mortal,
debemos sopesar si existe en nosotros un genuino deseo de hacer lo que a Dios
agrada, o simplemente tratamos de hacerlo por miedo, compromiso, obligación o apariencia (fariseísmo).
Esta
falta de convicción en lo que hace el Cristiano, es lo que no permite ver transformada
su vida y lo ubica en un terreno que no agrada a Dios y es el la religiosidad.
Cómo ser un buen ingeniero si no hay pasión por construir el puente o la casa?. Lo mismo
ocurre con el Creyente y hasta que no desarrolle esta pasión por hacer
lo que Dios quiere, no hay nada que hacer. La carne nos jugará muchas pasadas;
pero nuestro corazón sólo se ha de deleitar en lo que agrada a Dios, pues hay una
gran diferencia entre hacer cosas que parecen buenas y la motivación que las
provoca.
El
rey David fue un hombre con muchos tropiezos; pero Dios que conocía su corazón,
vio su arrepentimiento y ese genuino deseo de hacer las cosas bien. En una ocasión que falló, David
que fue llamado "un hombre conforme al corazón de Dios", prefirió aceptar con agrado la disciplina del Señor, antes que caer en mano de hombres.
PREGUNTA:
Es genuino su deseo de vivir como a Dios le agrada?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –