“Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham,
no pudiendo jurar por otro
mayor, juró por sí mismo”
(Hebreos 6:13)
No
hace falta buscar mucho en la biblia para encontrar que está cargada de promesas
por parte de Dios, y qué promesas. Las encontramos de toda clase; de bendición
y maldición, de prosperidad y escases, de salud y enfermedad, en fin son muchas
y lo importante es apropiarse de estas cualquiera sea al caso. Obviamente no
vamos a buscar las de maldición, pero desafortunadamente, estas son las que más
se ajustan al comportamiento de hombre.
Dios
las ha dado para todos aquellos que le aman y para los que no, para los
obedientes y para los que no obedecen; sin embargo es importante tener muy en
cuenta que cualquiera sea el caso, Él siempre las cumple.
Contrario
a esto, el hombre suele fallar en la mayoría de sus promesas y esto en
razón de que aquel que las está haciendo es un ser imperfecto, vendido al
pecado y sobre el cual nadie puede fiarse.
Muchos
años atrás la palabra de los hombres, empeñada en un negocio era algo muy
valioso; no obstante la falta de valores y principios de Dios reinante en el mundo, ha hecho que esta ya no
tenga ningún valor hoy. Ni siquiera la palabra escrita y autenticada en una
notaria tiene valor.
Pero
la palabra que Dios empeña; esta sí va respaldada por elementos fiables como la
Biblia, por sus atributos únicos de Omnisciencia, Omnipresencia y Omnipotencia,
y por algo que sobrepasa cualquier límite: “su nombre y reputación”.
Dios
no puede negarse a Si mismo; esta condición lo hace irremplazable en su
calidad de garante frente a cualquier palabra empeñada y es por esto que la
Biblia nos exhorta a no usar Su nombre en vano.
Dios
si cumple!
PREGUNTA:
Considera usted la palabra de Dios como suficiente en una promesa?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –