martes, 6 de noviembre de 2012

COMPASIÓN



“Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Lucas 22:61)

Ha pensado alguna vez cómo se sintió Pedro cuando el Señor lo miró luego de negarle tres veces?. Como un miserable traidor y por eso lloró amargamente. Es inevitable fallar delante de Dios y lo vemos no una, sino muchas veces en nuestra vida. Cuántas veces hemos negado al Señor con lo que hacemos, decimos o pensamos en el último mes?.
Habremos tenido el valor de mostrarlo frente a los incrédulos o nuestros detractores?. Sin embargo Dios nos perdona si nos arrepentimos, nos restaura y nos sigue entrenando para que en la próxima oportunidad no le fallemos. Él confía!
Desafortunadamente no es esta nuestra respuesta frente a los errores de los que nos rodean. Nos es más fácil ver el punto negro en la hoja blanca que la blancura de la misma. Cuál es el grado de respuesta frente a la ofensa o la falta del prójimo y de nuestro núcleo familiar?
La Biblia dice al Creyente: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1Juan 2:1), y quienes somos nosotros para retener el perdón frente a cualquier falta?. La exhortación de hoy es a estimular lo bueno y ocuparnos menos de ver lo malo; a brindar un abrazo y no una critica, a elogiar en el Señor los logros y apoyar en los desaciertos.
Que la misericordia de que hemos sido objeto, nos permita la compasión sin caer en el campo de la permisividad. Que exaltemos lo bueno sin admitir lo que no agrada a Dios y que nuestra imperfección nos haga depender más de Él.
PREGUNTA: Cuál es su actitud frente al que le falla?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

jueves, 1 de noviembre de 2012

LA YERBABUENA



Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden(Juan 15:4-6)

En casa tenemos una pequeña planta de yerbabuena y así como nos alegra ver su crecimiento y cómo se llena de nuevas hojas; de la misma forma, Dios se goza en nuestros progresos. Para ver estos progresos, es necesario hacer ciertos cortes o podas en sus ramas y uno imaginaría que es doloroso; pero debe hacerse en el entendido, de que si no se poda, esta no crecerá, ni se fortalecerá.
En nuestro caso y como Creyentes, debemos ser sometidos a una serie de podas y es el mismo Señor quien se encarga de hacerlo. Aunque parezca duro, lo hace por nuestro bien y siempre con un propósito. De no ser así y como lo hemos observado en nuestra planta, estaríamos creciendo longitudinalmente, separados del señor Jesús que es el centro de nuestra vida y sólo seríamos ramas raquíticas y sin lo más importante: “fruto”.
La Biblia dice que las plantas desprovistas de fruto son arrancadas y echadas al fuego. Basta con recordar el pasaje del señor Jesús con la higuera El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden
Cierto es que todo este tratamiento implica dolor; pero la bendición de Dios no se hace esperar cuando asumimos con gozo lo que Él permite y tenemos el ferviente deseo de crecer en Él y para Él.

PREGUNTA: Alguna vez ha sentido “la poda” de Dios?

MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –