La creencia popular basada en que hay mentiras blancas y
mentiras negras es totalmente falsa. La mentira grande o chica, es pecado
delante de Dios. El pecado como lo vimos en la semana anterior existe, es algo
palpable, que nos afecta no solo a nosotros sino a los que nos rodean y tiene
implicaciones que traspasan el limite de la vida terrenal. Son eternas!
Es importante subrayar, que cualquier mentir o matar, tienen
la misma connotación delante de Dios “Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace
culpable de todos” (Santiago 2:10). Conceptos como este de la mentira, se
derivan de creencias antibíblicas, que hablan de la existencia del pecado
venial y el pecado mortal.
La religión tradicional ha dividido en dos el pecado, subestimando
su gravedad y las implicaciones de estar separados de Dios al no aceptar la
solución en Su hijo Jesucristo.
Este concepto de dos clases de pecado, pone al hombre en posición
de lograr el perdón por sus propios medios y esto es mentira “no por obras, para
que nadie se gloríe”
(Efesios 2:9).
Este es un concepto tan católico, que creyente protestante
ni siquiera está familiarizado con el, al no encontrarse en la Biblia. Llevar a
pensar al hombre, que puede lograr el perdón de lo llamados pecados veniales en
un lugar llamado “purgatorio”, que tampoco aparece en la Biblia, lo entrega a
la misma muerte. De otra parte, el llamado pecado mortal lo excluye de una
manera permanente, negando en ambas opciones, la provisión hecha por Dios en
este sentido.
El Señor es muy claro cuando afirma que “Cristo
padeció una sola vez por los
pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro
3:18), que una vez que se cree en la obra de Cristo, se inicia un proceso de
santificación a través del Espíritu Santo y que si por alguna circunstancia se
falla por el pecado que aún mora en nosotros, existe otro recurso “estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). Obviamente, esto nos lleva a otra
faceta del cuidado de Dios como Padre “el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos
12:6).
Cuando el señor Jesús dijo en la cruz “consumado es” (Juan 19:30), sello este pacto; pero
el perdón no para ahí; también afirma la Biblia, que esta condición es carácter
permanente, para los que realmente han creído, por que “ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
Obviamente, esto no habilita al creyente para pecar deliberadamente; pero su
salvación ya no está en juego “Mis ovejas oyen mi
voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27,28).
La
única excepción que hace la Biblia en cuanto a la gravedad de un pecado, se
refiere a lo que tiene que ver con el Espíritu Santo “A
cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero al que hable contra el
Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”
(Mateo 12:32) y en lo que hace referencia al templo de Este, que es el cuerpo
del creyente “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre
cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo
peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,…….el cual
tenéis de Dios…..habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo…” (1 Corintios 6:18-20). Como puede observar, esto si
implica separación o disciplina de Dios respectivamente.
PREGUNTA:
Todavía cree en las mentiras y negras?
MEDITELO
Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN
REINA-VALERA 1.960 –