martes, 6 de diciembre de 2011

LA PALABRA HABLANDO


La presentación que Dios le da a su palabra en la vida del hombre es de carácter permanente. La Biblia nos dice muy claramente que El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35)
Es tan importante, que la instrucción es mostrarla y enseñarla desde la niñez en la idea de guardar a ese futuro adulto Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6)
No solo enseñarlas sino repetirlas y fijarlas en el corazón de niños, adultos y ancianos estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deuteronomio 6:6-9)
La verdad es que en la reflexión de hoy no hace falta acudir a opiniones de hombres para resaltar la importancia de la Palabra de Dios. La misma Palabra habla sin ayuda y es ésta la que realmente transforma su vida y la nuestra. Es muy claro que las palabras de los hombres por elocuentes que sean, nunca van a cambiar la vida de nadie.
Pablo insiste en cultivarla a los que le rodeaban y de manera especial a su hijo espiritual Timoteo persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras” (Timoteo 3: 14,15) Si esto dice Pablo a Timoteo, será que la invitación no es para nosotros también?
La Palabra implica un instrumento espiritual de carácter indestructible, aún en las circunstancias más complicadas de la vida. La única forma de vivir dentro del plan de Dios  se encuentra en la Palabra y esto nos habilita para recibir Sus promesas. Su permanencia es eterna como lo vimos antes y lo confirma Pedro “toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre"(1 Pedro 1:24-25)
A estas alturas del mensaje, vemos que la Palabra nos ha hablado y  lo seguirá haciendo aún cuando nos apartemos de ella. Esta nos habla de la eternidad con Dios o sin Él El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18).
PREGUNTA: Le habla a usted la Palabra?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 -

viernes, 2 de diciembre de 2011

VOLUNTAD DE CAMBIO


Todos, hombres y mujeres sin excepción tenemos una lucha diaria con el pecado. Existen unas muy básicas; pero hay personas que lo hacen con el alcohol, la droga o el sexo; y estas son líneas de pecado que afectan directamente a lo que la Biblia llama el templo del Espíritu Santo. “…vosotros sois el templo del Dios viviente,…” (2 Corintios 6:16) Es en estos casos en los que se afecta más directamente su relación con Dios.
Cualquier cosa que se aparte de la Voluntad de Dios en mala. Mentir es otra forma de pecado. Satanás es el príncipe de este mundo y dice la Biblia que”… Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44); pero la mentira no toca el cuerpo para dañarlo. Asunto diferente es la fornicación, el adulterio, el homosexualismo o cualquiera de sus variables: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca (1 Corintios 6:18).
Es en estos casos en los que afectamos directamente nuestra relación con Dios, contristando el Espíritu Santo (entristeciendo/apagando). Existen unos pecados más complicados que otros en su trasfondo. El origen, la consecuencia y el manejo que se les debe dar es diferente; pero un paso básico para salir de esto antes de buscar ayuda es: “reconocerlo, arrepentirse y apartarse”.
Ayuda de quién? De Dios primeramente y luego de un consejero. Dios no va a ayudarnos si no hay voluntad genuina de cambio, pues Él es el único que sabe lo que hay en nuestro corazón. Podemos engañar al consejero, a nosotros mismos; pero no a Dios! “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13)
PREGUNTA: ¿Qué tan genuino es su arrepentimiento y voluntad de cambio?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –