jueves, 4 de agosto de 2011

ALGO INCOMPRABLE

Todos y cada uno de nosotros, al vernos confrontados con  Dios, nos hemos considerado buenos. No matamos, no robamos y creemos que con esto ya somos merecedores del privilegio de la vida eterna “Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. (Mateo 19:16-17) Somos osados al pensar que somos “buenos” y que podemos prescindir de Dios. Otros pensamos que  podemos obtenerla como una posesión más por obras o por dinero. ¿Qué más me falta?”Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme” (Mateo 19:18-20)
El panorama se torna más triste, cuando vemos la reacción nuestra encarnada en el joven del relato “Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” Mateo 19:21)
Esta historia no esta lejos de nosotros y lo vemos en la familia, en el amigo, compañero de trabajo o en el vecino.
Ponemos nuestra mirada y propósito en las cosas del mundo “De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos”. Esto no quiere decir que la riqueza o las posesiones sean malas; pero cuál es nuestra prioridad. Las cosas del mundo o Dios?
Las obras nunca nos van a llevar a Dios y menos van salvarnos. Sólo la restauración de esa relación perdida con Él en la persona de Su hijo Jesucristo; pero es necesario cambiar nuestra forma de vida. Es increíble, pero aún en su pobreza, la gente desplaza a Dios de su vida por algo material y no quieren buscar al que todo lo provee.
Por lo que dice el relato, se habla de una persona decente y respetuosa de la ley; pero si la condición de este joven no le permitía acceder a esta salvación, qué diremos de aquellos que viven perdidamente?
Pesaba más el dinero en su vida que Dios y esto lo seguimos viendo hoy “vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”
Este joven viendo al señor Jesús, entiende su necesidad y se acerca a la persona más  indicada; pero cuando el Señor toca el punto de sus posesiones, vuelve la espalda y se retira perdiendo la oportunidad más valiosa.
Estaba acaso el Señor diciendo que todos los que quieran tener la vida eterna deben deshacerse de sus propiedades? No. Solamente enfatizaba en algo que hoy sigue vigente: “Dios debe estar por encima de todo y de todos en nuestro entorno”.
La salvación no se compra con nada "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8,9)
Somos salvos por gracia y esta gracia es un regalo. La gracia de Dios se muestra al darnos algo que NO merecemos.
PREGUNTA: A quién o a qué tiene usted por delante de Dios?

MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

martes, 2 de agosto de 2011

EN QUIÉN TE APOYAS?


Que importante es tener claro, en quién nos apoyamos en nuestro diario vivir y aún más importante, en quién lo hacemos cuando caemos. La tendencia, está orientada a confiar primero en hombres que en Dios; y posteriormente  ante la falta de resultados, caer en el desanimo tan propio de nuestra naturaleza.
Es de mucho valor delante de Dios, estar siempre afirmados en la roca que es Él y no en nuestra propia sabiduría. “No seáis sabios en vuestra propia opinión” (Romanos 12:16) En cualquier proceso asociado al desarrollo del hombre, cualquiera que sea este, su tendencia será a experimentar temor ante la falta de conocimiento sobre lo nuevo, timidez en la adquisición del nuevo conocimiento, seguridad ante el adquirido y por ultimo la infaltable autosuficiencia.
Pablo es muy claro, cuando  en la Biblia afirma: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1Corintios 10:12) El orgullo siempre terminará en un resbalón.
Pero la pregunta sigue siendo en quién buscamos apoyo, y la respuesta sin vacilaciones ni dilaciones debería ser “en Dios”.
Cuando estamos en el proceso de madurar en nuestra vida espiritual, de vez en cuando resbalamos y esto forma parte del proceso. Se trata de una lucha constante en la que a veces caminamos con firmeza, y otras veces nos desviamos.
Dios es nuestra roca firme y nuestro guía, nuestro Dios todopoderoso, justo y misericordioso como lo afirma el verso “Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar.” Y como si fuera poco el Salmo 31:3 dice: "Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás"
David, todo un siervo de Dios, también resbaló muchas veces y en asuntos graves como adulterio y homicidio; pero en cada ocasión se arrepintió de corazón y clamó a Dios por su perdón “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.” (Salmo 51:1,2).
Debemos tener la confianza, en que Dios siempre está ahí para perdonarnos y levantarnos "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad."(1Juan1:9).
Cuando caemos, nuestra tendencia es a mirar hacia abajo y nunca hacia arriba, cayendo en el desanimo y la postración espiritual que termina inclusive, por destruirnos físicamente "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1-3)
Dios ha hecho la provisión para nuestra restauración. Por profunda y dolorosa que haya sido la caída, si hay arrepentimiento y nos apartamos del pecado, Él, en Su misericordia nos levanta. Si has resbalado, o temes resbalar, agárrate del Señor, y puedes tener la absoluta confianza de que Él te guardará y te llevará “Jehová guarda a los sencillos; estaba yo postrado, y me salvó” (Salmo 116:6)
PREGUNTA: A quién acudes en tu caída?

MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –